viernes, 8 de julio de 2011

Las TIC como respuestas al nuevo paradigma de la Educación Superior


     El surgimiento de las TIC en la década de los ochenta ha influido en la creación de un nuevo tipo de sociedad, que recibe el nombre de sociedad informacional, y más concreta-mente, dentro de ella, el impacto que han tenido en los cambios educativos y la creciente tendencia hacia el aprendizaje electrónico o e-learning. Los retos principales que las TIC plantean a las universi-dades es la formación de profesionales para nuevos puestos de trabajo y la formación continua. La introducción de las TIC plantea un paradigma educativo totalmente nuevo que puede traer muchas ventajas, pero hay que tener claro que las claves para el cambio de metodología de la enseñanza radicarán en cómo se utilicen estos nuevos medios. El autor prevé que en los primeros años se tenderá a la convergencia de la enseñanza presencial y virtual y que con los años se hará cada vez menos enseñan-za presencial en pro de la virtual. Se analizan también los factores sociales que afectan, tanto positiva como negativamente, el uso de las Nuevas Tecnologías en el medio universitario. 
Así pues, la sociedad informacional constituye un nuevo modo de desarrollo y estructuración social basada en la nueva matriz tecnológica que constituyen las TIC.
Cuando hablamos de TIC nos referimos al conjunto convergente de tecnologías desarrolladas en el campo de la microelectrónica, la informática (máquinas y software), las telecomunicaciones, la televisión y la radio, la optoelectrónica y su conjunto de desarrollos y aplicaciones. En torno a este núcleo de tecnologías se ha constituido, especialmente durante las dos últimas décadas del siglo XX, una constelación de importantes descubrimientos en materiales avanzados, fuentes de energía, técnicas de fabricación (como la nanotecnología), la tecnología del transporte, etc. (Castells, 1997-1998).
De este conjunto de innovaciones técnicas pueden deducirse todo un conjunto de rasgos que conforman el núcleo central de este paradigma tecnológico (Castells, 1997, pg. 88-89): En primer lugar, hay que resaltar que la información es su materia prima dado que son tecnologías para actuar sobre la información, no solo información para actuar sobre la tecnología como era el caso en las revoluciones tecno-lógicas previas. En segundo lugar, cabe reseñar la enorme capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías en el conjunto de la sociedad. En tercer lugar, destaca la lógica de la interconexión de todo sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la información. De ahí se deduce la centralidad que las TIC conceden a la morfología social en red, puesto que esta configuración social parece estar bien adaptada para una complejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo impredecibles que surgen del poder creativo de esa interacción. En cuarto lugar, el paradigma de las TIC se basa en la flexibilidad. Esto significa que no sólo los procesos técnicos son reversibles, sino que en el ámbito social pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes. Y en quinto y último lugar, se aprecia una convergencia creciente de todas las tecnologías de la información y las comunicaciones en un sistema altamente integrado.
Muchos analistas han estimado que los cambios sociales y las nuevas estructuras socioeconómicas responden miméticamente a las innovaciones técnicas. Y de ahí han extrapola-do la reducción de la complejidad de lo social al cambio e innovación tecnológica, con lo que han acabado cayendo en la falacia del determinismo tecnológico (de Miguel, 2001). Pero si bien la tecnología incide de manera importante en la configuración de la nueva estructura social, económica y política que caracteriza a la sociedad informacional, no es menos cierto que la tecnología no es autónoma de las mis-mas condiciones sociales que la han generado.
En efecto, si las TIC han tenido el impacto social reseñado también ha sido como efecto de un doble proceso de base social: de un lado, a partir de que las economías de las sociedades occidentales avanzadas exigían, desde las crisis de los años setenta, una completa flexibilización de sus procesos productivos y la globalización de sus actividades. Y de otro, porque estas sociedades están presididas por valores de libertad y de cultura de masas que demandan el incremento de mayores cotas de comunicación abierta (Castells, 1997).
Por tanto, no es de extrañar que ante este escenario económico, social y cultural, y dado el impresionante caudal de innovaciones técnicas generado alrededor de la triada de la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones, el resultado haya sido una completa revolución en el conjunto de la sociedad.

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